Educado de manera espartana por su padre, Alejandro III, heredó su sentido autoritario,
e inició su reinado continuando
los planes de industrialización con nuevos bríos. Siguió
esta política autocrática de su antecesor, hasta que, por
incapacidad o por
debilidad, cayó bajo la
influencia de la zarina Alexandra, más tarde su mujer, (la princesa
Alicia de Hesse-Darmstadt) y de su consejero Rasputín.
Bajo su reinado, pero más bien al margen de su intervención
directa, Rusia conoció un proceso de
industrialización acelerada (que hizo surgir importantes núcleos obreros)
y se esforzó por extender su influencia en Asia rivalizando con las potencias
occidentales en la carrera imperialista.
S.M. Rama V (izquierda) junto a S.M.I. el Zar Nicolás II (derecha) en San Petersburgo (1897) |
En 1905 llevó al país a
una guerra contra el Japón, debido a la tradicional expansión rusa hacia Asia septentrional y
Extremo Oriente, en la que resultó derrotado; esta derrota, aprovechada por la oposición
al zar y apoyada por el movimiento obrero, sumada con el descontento popular
estalló en una revolución en aquel mismo año, frente a la cual no ofreció otra
respuesta que la represión militar. Ambos acontecimientos constituyeron las
razones por las cuales perece la Monarquía; para 1914 Rusia volvió a comprometerse en una guerra
exterior para la que no estaba
preparada ni en sentido militar ni económico ni político.
Las sucesivas derrotas frente al moderno ejército alemán
acabaron por desmoralizar al país y desarticular las estructuras del Estado,
facilitando la Revolución Rusa
de febrero de 1917, que derrocó
al zar e instauró en Rusia una República.