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Nicolás junto con sus padres y hermanos |
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Nicolás II de Rusia (actualmente San Nicolás II de Rusia tras su canonización) (Nikolai
Aleksandrovich Romanov, en ruso Николáй Алексáндрович Ромáнов) (San
Petersburgo, Rusia, 18 de mayo de 1868 – Ekaterimburgo, Rusia, 17 de julio de
1918) fue el último zar
de Rusia. Heredó de sus antepasados una memoria privilegiada, una
disciplina rigurosa, una fe profunda y la capacidad para encantar a la gente.
Nunca elevó la voz a su interlocutor, siempre respetuoso en la comunicación,
pulcro y puntual. “El rasgo especial de Nicolás II es que es una persona de muy buen genio y extraordinariamente
bien educado. Seguro nunca he encontrado ninguna persona más educada que
nuestro emperador reinante”, escribía el ministro de Finanzas, Serguéi Vitte.
“El emperador fue agradable, tratable, equilibrado. Fue una persona muy buena.
Tantos años viví junto a él y ni una sola vez lo vi enojado. Era muy sencillo y humilde”,
recordaba el ayudante de cámara de la esposa del emperador, Alexéi Vólkov.
Hijo del zar Alejandro III, gobernó desde la muerte del
padre, el 1 de noviembre de 1894,
hasta su abdicación el
15 de marzo de 1917,
cuando renunció en su nombre y en nombre de su heredero al trono y este pasó a
su hermano, el gran duque Miguel.
Durante su reinado vio como el Imperio ruso
sufrió una debacle económica y militar. Fue apodado Nicolás, el Sanguinario
por los críticos debido a la Tragedia de Khodynka, el Domingo Sangriento y por
los pogromos antisemitas que se produjeron durante su reinado. Como jefe de
Estado, aprobó la movilización
de agosto de 1914 que marcó el inicio de la Primera Guerra Mundial, la
revolución y la consecuente caída de la dinastía Romanov.